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EL INFIERNO. CANTO II.

Farinata (1), que se ha levantado en su tumba, y á quien puedes contemplar desde la cintura á la cabeza.—Yo tenia ya mis miradas fijas en las suyas: él erguia su pecho y su cabeza en ademan de despreciar al Infierno. Entonces mi Guia, con mano animosa y pronta, me impelió hácia él á través de los sepulcros, diciéndome: «Hablale con claridad.»

En cuanto estuve al pié de su tumba, examinóme un momento; y despues, con acento un tanto desdeñoso, me preguntó:—¿Quiénes fueron tus antepasados?—Yo, que deseaba obedecer (2), no le oculté nada, sino que se lo descubrí todo; por lo cual arqueó un poco las cejas, y dijo:—Fueron terribles contrarios mios, de mis parientes y de mi partido; por eso los desterré dos veces (3).—Si estuvieron desterrados, le contesté, volvieron de todas partes una y otra vez, arte que los vuestros no han aprendido (4).—Entonces, al lado de aquel, apareció á mi vista una sombra, que solo descubria hasta la barba, lo que me hace creer que estaba de rodillas (5). Miró en torno mio, como deseando ver si estaba alguien conmigo; y apenas se desvanecieron sus sospechas, me dijo llorando:—Si la fuerza de tu génio es la que te ha abierto esta oscura prision, ¿dónde está mi hijo y por qué no se encuentra a tu lado?—Respondile:—

(1) Farinata, de la familia de los Uberti de Florencia. Este fué el que al frente de los Guibelinos, partidarios de los emperadores, ganó la famosa batalla de Monteaperto (1260), y entrando triunfante en Florencia, arrojó de ella á todos los Güelfos. Dante le coloca por su incredulidad en el círculo de los herejes, no obstante hacerle justicia como buen ciudadano.

(2) Seguramente á Virgilio.

(3) La primera, cuando el emperador Federico suscitó tumultos en Florencia: la segunda, despues de la batalla de Monteaperto.

(4) Hay en estas palabras ironía, puesta con ingenio para que resalte más irónica y dura la respuesta que Farinata dá más abajo á Dante, prediciéndole su destierro, impuesto por los guelfos ó negros de Florencia.

(5) Cavalcante de Cavalcanti.