Página:La Divina Comedia (traducción de Manuel Aranda y Sanjuán).djvu/42

Esta página ha sido corregida
32
LA DIVINA COMEDIA.

inclinada tanto tiempo, que el Poeta me dijo:—En qué piensas?—¡Ah! exclamé al contestarle: ¡cuán dulces pensamientos, cuántos deseos les han conducido á este sitio doloroso!—Despues me dirigí hácia ellos, diciéndoles:—Francisca, tus desgracias me hacen derramar tristes y compasivas lágrimas. Pero dime: en tiempo de los dulces suspiros, ¿cómo os permitió Amor conocer vuestros secretos deseos?—Ella me contestó:—No hay mayor dolor que acordarse del tiempo feliz en la miseria; y eso lo sabe bien tu Maestro[1]. Pero si tienes tanto deseo de conocer cuál fué el principal origen de nuestro amor, haré como el que habla y llora á la vez. Leíamos un dia por pasatiempo las aventuras de Lancelote, y de qué modo cayó en las redes del Amor: estábamos solos y sin abrigar sospecha alguna. Aquella lectura hizo que nuestros ojos se buscaran muchas veces y que palideciera nuestro semblante; mas un solo pasaje fué el que decidió de nosotros. Cuando leimos que la deseada sonrisa de la amada fué interrumpida por el beso del amante, este, que jamás se ha de separar de mí, me besó tembloroso en la boca: el libro y quien lo escribió fué para nosotros otro Galehaut[2]; aquel dia ya no leimos más.

Mientras que un alma decia esto, la otra lloraba de tal modo, que, movido de compasion, desfallecí como si me muriera, y caí como cae un cuerpo inanimado.

  1. Se refiere á estos versos de Virgilio:
    Sed si tantus amor casus cognoscere nostros...
    Quamquam animus meminisse horret, luctuque refugit,
    Incipiam.
    (Æneid., lib. vi.)
  2. Gallehaut ó Galeoto, que secundó los amores de Lancelote y de la reina Ginebra.