el viento las impulsó hácia nosotros, alcé la voz diciendo:—¡Oh almas atormentadas! venid á hablarnos, si otro no se opone á ello.—Así como dos palomas, excitadas por sus deseos, se dirigen con las alas abiertas y firmes hacia el dulce nido, llevadas en el aire por una misma voluntad, así salieron aquellas dos almas de entre la multitud donde estaba Dido, dirigiéndose hácia nosotros á través del aire mal sano, atraidas por mi eficaz y afectuoso llamamiento.
—¡Oh ser gracioso y benigno, que vienes á visitar en medio de este aire negruzco á los que hemos teñido el mundo de sangre: si fuéramos amados por el Rey del universo, le rogaríamos por tu tranquilidad, ya que te compadeces de nuestro acerbo dolor. Todo lo que te agrade oir y decir, te lo diremos y escucharemos con gusto, mientras que siga el viento tan tranquilo como ahora. La tierra donde nací está situada en la costa donde desemboca el Po[1] con todos sus afluentes para descansar en el mar. Amor, que se apodere pronto de un corazon gentil, hizo que este se prendara de aquel hermoso cuerpo que me fué arrebatado de un modo que aun me atormenta. Amor, que no dispensa de amar al que es amado, hizo que me entregara vivamente al placer de que se embriagaba este, que, como ves, no me abandona nunca. Amor nos condujo á la misma muerte. Cain[2] espera al que nos arrancó la vida.—Tales fueron las palabras de las dos sombras.
Al oir á aquellas almas heridas, bajé la cabeza y la tuve
- ↑ La ciudad de Rávena, situada ahora á tres millas del mar. Francisca era hija de Guido de Polenta, señor de Rávena. Amada por el jóven Pablo Malatesta, á quien ella correspondia, se casó sin embargo con su hermano mayor, Lanciotto, príncipe cojo y deforme. Los dos amantes no pudieron olvidar su primera inclinacion. Un dia que estaban leyendo juntos las aventuras de Lancelote del Lagó, el marido, que los espiaba, los atravesó de una misma estocada.
- ↑ Cain, es decir, el círculo de Cain.