Nos retiramos luego hácia un extremo de la pradera; á un sitio despejado, alto y luminoso, desde donde podian verse todas aquellas almas. Allí, en pié sobre el verde esmalte, me fueron señalados los grandes espíritus, cuya contemplacion me hizo estremecer de alegría. Allí ví á Electra (1) con muchos de sus compañeros, entre los que conocí à Héctor y à Eneas; despues á César, armado, con sus ojos de ave de rapiña. Ví en otra parte à Camila (2), y á Pentesilea (3), y ví al Rey Latino, que estaba sentado al lado de su hija Lavinia; ví à aquel Bruto, que arrojó á Tarquino de Roma; à Lucrecia tambien, à Julia (4), Marcia (5) y á Cornelia (6), y á Saladino que estaba solo y separado de los demás. Habiendo levantado despues la vista, ví al Maestro de los que saben (7), sentado entre su filosófica familia. Todos le admiran, todos le honran: ví además à Sócrates y Platon, que estaban más próximos à aquel que los demás; à Demócrito, que pretende que el mundo ha tenido por orígen la casualidad; à Diógenes, á Anaxágoras y à Tales, à Empédocles, à Heráclito y à Zenon (8): Ví al buen observador de la cualidad, es decir, à Dioscórides, y ví á Orfeo, à Tulio y à Livio, y al moralista Séneca; al geómetra Euclides, à Tolomeo, Hipócrates, Avicena y Galeno, y á Averroes que hizo el gran comentario (9).
No me es posible acordarme de todos, porque me arras-
(1) Electra, madre de Dárdano, de quien desciende Eneas, fundador del imperio romano.
(2) Hija de Metabo, rey de los Volscos de quien queda hecha mencion.
(3) Reina de las Amazonas, muerta por Aquiles en el sitio de Troya.
(4) Hija de César y mujer de Pompeyo.
(5) Mujer de Caton de Útica.
(6) Hija de Scipion el Africano y madre de los Gracos.
(7) El filósofo Aristóteles.
(8) Filósofos griegos.
(9) El comentario sobre Aristóteles.