blime poeta (1); hé aquí su alma, que se habia separado de nosotros!—Cuando calló la voz, ví venir á nuestro encuentro cuatro grandes sombras, cuyo rostro no manifestaba tristeza ni alegría. El buen Maestro empezó á decirme:— Mira aquel, que tiene una espada (2) en la mano, y viene ȧ la cabeza de los tres como su señor. Ese es Homero, poeta soberano: el otro es el satírico Horacio, Ovidio es el tercero y el último Lucano. Cada cual merece, como yo, el nombre que antes pronunciaron unánimes (3); me honran y hacen bien.—De este modo ví reunida la hermosa escuela de aque príncipe del sublime cántico, que vuela como el águila sobre todos los demás.
Despues de haber estado conversando entre sí un rato, se volvieron hácia mí dirigiéndome un amistoso saludo, que hizo sonreir á mi Maestro, y concediéndome despues la honra de admitirme en su compañía, de suerte que fuí el sexto entre aquellos grandes génios. Así fuimos andando hasta donde estaba luz, hablando de cosas que es bueno callar, como bueno era hablar en el sitio en que nos encontrábamos. Llegamos al pié de un noble castillo, rodeado siete veces de altas murallas, y defendido al rededor por un bello riachuelo (4). Pasamos sobre este como sobre tierra firme; y atravesando siete puertas con aquellos sábios, llegamos à un prado de fresca verdura. Allí habia personajes de mirada tranquila y grave, cuyo semblante revelaba una grande autoridad: hablaban poco y con voz suave.
(1) Virgilio. (2) Símbolo de las guerras cantadas por Homero. (3) El de poeta. Y hacen bien honrándome; porque así honran la poesía, y no mues tran envidia. (4) Este castillo representa la fama inmortal que adquieren los poetas, por sus obras Las siete murallas significan las siete virtudes: Justicia, Fortaleza, Templanza, Prudencia, Inteligencia, Sabiduría y Ciencia. El riachuelo significa la elocuencia. (Clairfons).