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EL INFIERNO— CANTO I 5

La hora y dulce estación con su caricia:

Cuando un león que apareció violento,

Trocó en pavor esta feliz primicia. 45


Venía en contra el animal, hambriento,

Rabioso, alta la testa, y parecía

Hacer temblar el aire con su aliento. 48


Y una loba asomó que aparecía.

De apetitos repleta en su flacura

Que á muchos en miseria mantenía. 51


De sus ardiente ojos la bravura

De tal modo turbó mi alma afligida,

Que perdí la esperanza de la altura. 54


Y como aquel que gana de seguida,

Al tiempo de perder llora y desmaya,

Y queda con la mente entristecida, 57


Así la bestia, me tenía á raya,

Y poco á poco, inquieta, repelía

Hacia la parte donde el Sol se calla. 60


Mientras que al hondo valle descendía,

Me encontré con un ser tan silencioso.

Que mudo en su silencio parecía. 63


Al encontrarle en el desierto umbroso,

— ¡Miserere de mí! — clamé afligido,

Hombre seas ó espectro vagaroso." 66


Y respondió: — "Hombre no soy: lo he sido;

Mantua mi patria fué, y Lombardía

La tierra de mis padres. Fui nacido. 69