Página:La Campaña de Marruecos - Memorias de un médico militar (1860).pdf/286

Esta página no ha sido corregida
284
LA CAMPAÑA.

razon se elevó un himno de gratitud á la Providencia que me habia preservado, y me dejaba ver la hora de volver á mi pátria, á mi familia, á mis amigos, cuando tantos otros desgraciados habian quedado para siempre en el suelo africano.

En efecto, cuarenta horas despues pisaba el muelle de Alicante, donde cinco meses antes me despedia de España, entre los frenéticos aplausos, los vivas, y los festejos con que un pueblo entusiasmado actamaba al vencedor de Marruecos, haciendo de nuestro viaje á la córte un prolongado triunfo.

Habia dejado va de presenciar desgracias y oir los desgarradores acentos del dolor, el estruendo del combate y el triste silencio de los hospitales; ya todo era en mi derredor jubilo y alegría, himnos de triunfo, cantos de victoria, y cuando el dia 11 de Mayo acompañe por la última vez al General en Jefe, no para irá una batalla, sino para recibir en la capital de España los testimonios del cariñoso entusiasmo con que la pátria premiaba á los que tan alta habian sabido sostener la honra de su bandera en las playas africanas; cuando en medio de aquella multitud inmensa que con lágrimas de placer nos recibia, embriagada por el júbilo y alborozo que en la atmósfera se respiraba, y resguardados del sol por la lluvia de flores que caia sobre nuestras cabezas, contemplaba á aquellos heróicos soldados, á quienes yo habia visto ir tantas veces á la muerte, marchar entonces coronados de laurel, y con el gozo pintado en su rostro curtido por el sol de África y por el humo de la pólvora; á mis pobres heridos, cuyos lamentos había yo escuchado cuando vacian dolientes en el duro suelo, ir ahora en los carruajes de nuestra aristocrácia, y cuando delante