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PRÓLOGO

que todos los estandartes, el cuerpo lacerado de un héroe mal herido.

Habia ademas otra circunstancia que me impulsaba á escribir. Yo he tenido la suerte de asistir á esta campaña desde su principio á su fin, sin que ni un solo dia me haya visto obligado á darme de baja: he visto sólo al primer cuerpo en el Serrallo y reunido á todo el ejército en Vad-Rás: he podido presenciar de más cerca ó de más lejos casi todas las acciones de guerra y visitar todos los campamentos que el ejército ha tenido: he podido ver todos los hospitales de sangre, todos los flotantes, todos los de Ceuta, los de Tetuán y los del litoral. He tenido á mi cargo un hospital de coléricos y despues otro de heridos, y he desempeñado mi servicio en cuerpos, en estados mayores y en hospitales de mar y tierra. Parecíame, pues, que este concurso de circunstancias, meramente casuales pero raras, me ponía en el deber de referir de la manera que me fuere dable, todo aquello de que habia sido testigo ocular; y venciendo las sugestiones tímidas del amor propio, me he determinado á dar al público esta relacion, llevando así alguna piedra para el edificio que no puedo levantar.

No es, pues, una obra dogmática y científica la que presento al público, sino solo una narracion sencilla, sacada del libro de mis memorias, cuyas páginas desordenadas he tenido que escribir ora bajo el lienzo de la tienda, ora sobre la silla de mi caballo, ora en la sala de guardia de un hospital, ora en el camarote de un buque, consignando dia por dia las impresiones,