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CONCLUSIÓN
SUEÑO DE ISABEL


La mano á la sien llevando,
como un ángel sonriente,
los ojos volvió á Fernando,
diciéndole gentilmente:


—Al clarear de la aurora
en un ave yo soñé;
¡ay! el alma aun sueña ahora
que mi sueño verdad fué.


Soñé que la mora Alhambra
su rico seno me abría,
nido de perlas y zambra,
que en cielo de amor pendía.


Las huríes vierten lloro,
desde fuera del harén,
en él escuchando el coro
de querubes del Edén.