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VII—CORO DE ISLAS GRIEGAS

y cánticos, Tritones y Oceánidas iban en pos de la argentada cinta de mi ligera estela.


En mi seno halló regalado acogimiento Latona, cuando perseguida por la soberana Juno, celosa por Júpiter, hasta los ríos huían de sus pasos, negábale la selva su maleza y el bravio león sus cubiles; recostada de mis palmeras á la sombra parió, y, de Febo y de Diana cuna, los mecí dulcemente en mis brazos.


Dejando entonces las orillas de Pactolo, siete veces me rodearon los canoros cisnes de Meonia, y las del cielo fugitivas Horas danzaron en torno, volcando sobre mí sus haldadas de mirtos, terebintos y siemprevivas, de ámbar, corales, topacios y esmeraldas.


Cual la englantina en campo de violetas, reina soy de todas las islas; mas, anoche, presurosa á un amago de cercana tormenta, acogime á las calas del mar de