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VII—CORO DE ISLAS GRIEGAS

De los dioses madre, ¡oh Grecia! mecida como Venus por las olas, dormías en aquella lóbrega noche, y no percibiste el traquido ni las asordantes armonías con que sumióse la Atlántida; desgarrada, empero, cual manto de raso azul, la mar, que aun en dos de sus pliegues te abraza, te mostró desnuda al cielo; despertarse, y á los trémulos rayos estelares y á los de la luna amiga, volviste cariñosa los ojos, soñolientos aún, hacia el jardín de las Hespérides.


Por tus arenales rodaron entonces siete sonorosas cántigas, cual de garridas sirenas que á lamentar viniesen á tus playas sus cuitas y sus amores.