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DE SÓFOCLES

por los dioses, de nuestra inocencia y de no tener conocimiento de los perpetradores del crimen, ni de los que lo habían proyectado, cuando en vista de no poderse averiguar nada por los que indagaban, tomó uno la palabra, el cual nos obligó á todos á inclinar de espanto la cabeza hacia la tierra, porque ni teníamos nada que decirle ni sabíamos cómo seguir sin peligro su consejo. Su parecer era que se te debía dar inmediata fiel relación del hecho; ya que no era posible de ningún modo ocultártelo. Prevaleció esta opinión y á mí ¡desgraciado! me tocó en suerte el tener que aceptar este beneficio. Aquí me encuentro, pues, contra toda mi voluntad, y seguramente contra la tuya, porque nadie recibe de buen grado á los mensajeros de malas nuevas.

CORO

¡Oh Rey! ¡Oh Rey! Cuanto más lo reflexiono, tanto más creo descubrir en esto la mano de los dioses.

    muchos siglos admitida en los pueblos del Norte: la prueba caldaria ó juicio de Dios. (Se la encuentra también en la Eneida, XI, 787.)