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LA «ANTÍGONA»

el castigo?...» y otras: «¡Infeliz! ¿por qué te detienes? Si el caso llega á noticias de Creonte por otra persona, ¿cómo podrás librarte de su cólera?» Lentamente avanzando en medio de estas reflexiones, he llegado al término: ¡ay! el camino más corto, se hace de tal modo largo y penosísimo. Me he decidido, por fin, á presentarme ante tí; y, aunque voy á dar cuenta de un hecho inexplicable, hablaré: pues me sostiene la esperanza de que no sufriré más que lo que me esté reservado por el destino.

CREONTE

Pero ¿qué hay? ¿Cuál es la causa de tu turbación?

EL CENTINELA

Ante todo te diré, por lo que á mí se refiere, que ni yo he ejecutado la acción, ni sé quién es el autor del hecho: en justicia, pues, no se me debe imponer á mi castigo.

CREONTE

¿Y á qué vienen todas esas precauciones;