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DE SÓFOCLES

la nuestra; y de que, bogando de esta manera, jamás nos han de faltar amigos. Con tales principios me prometo llevar nuestra ciudad á un estado floreciente: é inspirándome en ellos, he ordenado publicar ese bando relativo á los hijos de Edipo: á Eteocles, que ha muerto blandiendo valerosamente su lanza por la patria, he decretado que se le sepulte en la tumba, con todos los honores debidos á los manes de los héroes; en cuanto á su hermano Polynice, que, abandonando su destierro, ha venido á exterminar con el fuego su ciudad natal y los dioses de sus padres; que quiso tener el gusto de saciarse en la sangre de los thebanos, y someternos á la servidumbre... á ese he prescrito que ni se le sepulte ni se le llore; antes, por el contrario, que quede sin que la tierra le cubra, para ser pasto de los perros y de las aves carniceras. Tal es mi voluntad. Jamás el malvado alcanzará de mí los honores debidos al hombre de virtud; pero todo el que sirviere bien al Estado, vivo ó muerto, será honrado por mí del propio modo.

CORO

Tales son tus decretos, hijo de Maneceo,