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A MI ADORADA HIJA MATILDE
Juntos hemos leído y saboreado hermosísimas obras de la literatura antigua y moderna, recreándose mi paternal amor en reconocerte dotada de un alma felizmente dispuesta por el cielo para sentir la belleza ideal. La inmortal tragedia de Sófocles, que voy á dar á luz, vertida en imperfecta prosa de nuestra lengua, quiero consagrarla á ti, hija mía, porque sé que en tu generoso corazón caben los sentimientos de tierna y noble piedad de la incomparable «Antígona.»
A. González Garbín.
Granada, 1839.