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DE LESBOS

de eterno señorío fama régia,
y la excelsa pujanza con que en todos,
señora, imperas.
Los pechos de la mar y tierra oprimes
bajo el yugo potente de tus riendas,
el freno con que á pueblos y naciones
fuerte gobiernas,
El poderoso tiempo lo trasforma
y cambia todo en formas mil diversas:
solo el viento propicio de tu mando
jamás altera.
Tú la Deidad que ocultas en tu seno
los hijos temibles de la guerra,
y apiñados, á luz los das, cual Céres
la mies engendra.


¡Ah! magnífica invocación al génio destructor de la Fuerza, que reduce los imperios á polvo, que ve hundirse al empuje poderoso de su brazo mil y mil naciones y solo él impávido y potente á todos los aniquila y avasalla! La tierra y el mar aguijoneados por este Númen desolador y terrible, se le conjuran tal vez altivos é impacientes; pero él tiene enca denados sus pechos bajo el yugo poderoso de sus riendas. La Fuerza armipotente, fluctuando siempre inextinguible sobre el borrascoso piélago de la vida humana, jamás se hace infecunda. Sus hijos se multiplican «como las