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LAS POETISAS

Las dos piezas que se han salvado de la hermosa poesía sáfica, son: la oda á Vénus, conservada por Dionisio de Halicarnaso, y otra oda, tal vez incompleta, citada por el famoso retórico Longino. En la oda á Vénus irradia el fuego de una pasión ardiente, la poetisa nos hace sentir en ella la borrasca que agita su alma conturbada y delirante, y pide con una ternura infinita, con una aflicción conmovedora, que venga en su auxilio la divina Afrodita.


ODA Á VENUS[1]



Hija de Jove, sempiterna Cipria
varia y artera, veneranda diosa
oye mi ruego; con letales ansias
no me atormentes.
Antes desciende como en otro tiempo
ya descendiste, la mansión del Padre


  1. Traducción del helenista D. José Castillo y Ayenza.-Estas traducciones reflejan muy pálidamente el hermoso colorido del original griego. Ni Philips, ni Boileau, ni Delille, ni ninguno de los poetas modernos que han ensayado la versión de estos bellos fragmentos, han logrado llevar á sus traducciones el fuego que late en las ardientes estrofas de la poetisa lesbiana.