Página:La Antígona de Sófocles - La Apología de Sócrates - Las poetisas de Lésbos (1889).djvu/164

Esta página no ha sido corregida
164
LA APOLOGÍA

muerto de una manera semejante a la mía[1].

Y en verdad, ¿hoy mismo no inspira cantos mas hermosos este héroe que el propio Ulises que le hizo perecer injustamente? Estoy seguro que el tiempo pasado y los siglos venideros atestiguarán que no he hecho mal à nadie, que a nadie he pervertido, sino que he sido benéfico con mis discípulos, enseñándoles de buen grado lo bueno que he podido.

Después de haber hablado así, se salió de la manera que correspondía á sus palabras: la mirada radiante, el exterior y la marcha majestuosa[2]. Como advirtió que los que le acompañaban iban llorando, les dijo: ¿Y por qué es eso de llorar ahora? ¿Pues no sabíais, mucho tiempo ha, que la naturaleza desde que vine a la vida tenia decretada mi muerte?[3] ¡Y si se tratase de que, rodeado de goces tuviera que morir prematuramente, cierta-


  1. Palamedes, hijo de Nauplio, rey de Eubea, pereció víctima de la envidia que excitó en Ulises su sabiduría. (Jenof., Mem. IV., 2. Platon, Apolog. XXII.)
  2. Actitud en que representa Horacio á Régulo regresando voluntariamente al destierro, en la oda v del libro III, v. 41 y siguientes.
  3. A uno que decía á Sócrates: «Los atenienses te han condenado á níuerte.»-«Y la naturaleza á ellos, » le contestó. Montagne: Essais. I, 19.