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DE SÓCRATES

mente un guerrero esforzado y un hábil capitán; pero ante todo un soldado de aventuras, lo que pudiéramos quizá llamar un condottiero: pues lo mismo le vemos en las filas de la caballeria ateniense, que defendiendo en Asia las pretensiones de Ciro; y lo mismo ayuda al rey de Tracia, Seuthes, á recuperar su trono, que sirve al mando de Agesilao en sus expediciones militares. Todos estos pormenores explican claramente la oposición y enemiga de sus compatriotas. Acompañado, pues de su esposa Filesia y de sus dos hijos Grylo y Diodoro, los cuales por el cariño fraternal que se profesaban, merecieron que se les diera el sobrenombre de «dioscuros, » permaneció en Elida el resto de su vida, considerando á Esparta como tal patria adoptiva, hasta el punto de haberse hallado al lado de los espartiatas en la batalla de Coronéa. Fijóse definitivamente en su casa de Campo de Escilonta, cerca de Olimpia (pues los espartanos le colmaron de honores y riquezas), y en aquel apacible retiro compuso las obras filosóficas, históricas y políticas que le han conquistado tanta gloria, en las cuales resplandecen los sentimientos humanitarios y generosos inspirados por el sabio filósofo, cuyo recuerdo lleva perpétua-