Página:La Antígona de Sófocles - La Apología de Sócrates - Las poetisas de Lésbos (1889).djvu/137

Esta página no ha sido corregida
137
DE SÓCRATES

y las promesas de una vida de agitación y de aventuras, fueron incentivos tan poderosos para Jenofonte, que se decidió a partir, en verdad no con entera satisfacción de su maestro, quien previó las sospechas que habían de recaer sobre él por esta expedición. El éxito no correspondió a las esperanzas de Jenofonte.

Después de la batalla de Cunaxa, que puso fin á la sublevación y á la vida de Ciro, se encontró el intrépido caudillo, con los demás soldados griegos auxiliares, perdido en el centro del imperio de Artajerjes, y desde allí dió comienzo a la notable retirada que tanto se celebra en la historia.[1] Pero no le valió haber capitaneado gloriosamente a sus compatriotas en esta famosa Retirada de los diez mil, cuyos conmovedores episodios, hasta el regreso casi inesperado de los griegos á su patria, pueden leerse en uno de sus más bellos escritos (La Anábasis); no le valió como hombre ser un filósofo grave y útil, como militar un valiente, ni un varón de clarísimo entendimiento: pues su amistad con Ciro, sus relaciones con Agesilao y la defensa noble y enérgica que hizo del Maestro en sus dos escritos


  1. Ol. 94, 4; 401 a. J. C.