nombres de los personajes: Dr Epifanía, Dr Palacín, las de Epifanía -que pueden relacionarse irónicamente con el mito- junto al coloquial, Ia Beba, y en expresiones como vociferaba su entusiasmo; -La Quinta -me humedeció en la oreja la señora de Jonatán-. E l éxtasis dela tragedia (p. 57), donde, en ambos casos, se ponen en correlación términos ligados de algún modo con lo sobrenatural y la divinidad —entusiasmo, éxtasis- y que además se asocian a algunos de los episodios protagonizados por las Ménades, con otros que remiten decididamente a lo grotesco y a lo bajo -vociferaba, me humedeció en la oreja-. Esta equivalencia entre lo jerarquizado estéticamente y Io carente y hasta opuesto a esa jerarquía, implica, como dijimos más arriba, una transgresión y esta transgresión se intensi■ca aún más si pensamos que, en buena medida, lo mítico sirve de soporte y constituye un recurso tendiente a acentuar algunos de los aspectos degradados de esa expresión de las masas populares ante la cultura que es narrada. En este sentido, es importante destacar que, en las referencias y en lo enunciado a lo largo del texto, puede constatarse un privilegio y selección de las alusiones mitológicas en función de lo erótico, lo animal”, lo sensorial y lo irracional. Así, casi al principio del relato se re■ere que Ala Beba le gustaba más Strauss, porque era fuerte, verdaderamente un Don Juan alemán, con esos cornos y esos trombones (p. 52); más adelante, de una de las protagonistas del delirio se dice que lanzó un grito como de espasmo amoroso o de histeria, que se dobló hacia atrás, sobre esa especie de raro unicornio de bronce que tienen las plateas del Corona. (p. 57) y ■nalmente el narrador sostiene que la mujer de rojo Avanzaba lentamente, [yo] hubiera dicho que agazapada aunque su cuerpo se mantenía erecto, pero era más bien el tono de su marcha, un avance a pasos lentos, hipnóticos, como quien se prepara a dar un salto. (p. 58)” Esta preferencia por lo erótico, lo sensorial y Io irracional puede conectarse también -y en el mismo sentido de Io que ocurría en “El ídolo de las Cíc|adas”- con la postura vitalista que defendía Julio Cortázar respecto del ingreso del canon y la tradición en la literatura, con la idea de unir el arte a la vida y con la oposición a lo racional que convertiría al mito en algo semejante a una pieza para ser observada en una vidriera“. Por otra parte, en “Las Ménades” esto se sonreían" (p. 64). Este contraste también se evidencia en los caricaturescos 24
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