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do los brazos, os pusisteis a pasear, cavilando y suspirando; y al preguntaros qué os sucedía, me mirasteis severamente. Redoblé mis instancias; entonces despeinasteis vuestra cabeza y, muy impaciente, golpeasteis el suelo con el pie. Insistí de nuevo, y ni aun me respondisteis, sino que, con un gesto de mal humor, me hicisteis señas con la mano de que os dejara. Así lo verifiqué, temiendo acrecentar vuestra impaciencia, que ya creía irritada en exceso, y presumiendo que todo ello no sería sino un efecto de humor, al que están a vedes sujetos los hombres. Pero eso no os impedirá comer, hablar, dormir; y si hubiera trastornado vuestro semblante como ha hecho cambiar vuestra condición, no os conocería, Bruto. Mi querido señor, permitidme que sepa la causa de vuestro pesar.

BRUTO

No estoy bien de salud; eso es todo.

PORCIA

Bruto es discreto, y si no gozase de buena salud buscaría los medios de recobrarla.

BRUTO

Pues eso hago. Buena Porcia, volved al lecho.