Página:Julio César (1921).djvu/20

Esta página ha sido corregida
EL TEXTO


Si, como dice Cervantes, la belleza perfecta ha de tener lunares, la de Julio Cesar de por fuerza ha de serlo, pues no carece de lunares. Estos lunares son de poca monta. Se reducen a varios anacronismos, como las campanadas del reloj que oyen los conjurados, que, en verdad, es inexplicable cómo pudieron deslizársele a un autor que tan a fondo conocía la vida y costumbres romanas. Y es imposible que nadie se los advirtiera sienio amigo de literatos tan instruídos como Ben Jonson, Fletcher, Marlowe, Drayton, etc., o que no se reparase en ellos en la representación. De donde se deduce que, o eran involuntarios —concesión al espíritu rudo de la época— o se halla viciado el texto de las primeras ediciones. Hoy se tiene por seguro que, a falta de los manuscritos originales, se apeló, para la reconstitución de las obras shakesperianas, a los papeles "morcilleados" de los actores.

Julio Cesar se publicó por vez primera en 1623, siete años después de la muerte de Shakespeare, en la edición in-folio que dieron a las prensas los