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JULIETA Y ROMEO.
 

«encubre suspicaz, mortal veneno.
«Toma esta prenda de mi vida en pago;
«una deuda de honor te satisfago,
«que si á manos acaso de los mios
«te conduce tu suerte,
«yo mi deuda de vida habré pagado
«segura presentándote la muerte.»
Me la dio, la admití; y la he guardado.

JULIETA.

Tal sospecha perdónale á tu esposa
fué un engaño! No, no… no estoy celosa!

ROMEO. (Volviéndose hacia la ventana.)

La oscuridad que reina,
pronto la luna rasgará. Su brillo,
su luz amortiguada
venderme puede. Mi Julieta amada,
mañaña, presuroso,
yo tornaré á tus pies, y enamorada
ceñirás con tus brazos á tu esposo.

JULIETA.

Tú pronto ya! Qué vale ese minuto
de placer y de dicha, comparado
al siglo de tormentos que he pasado!

ROMEO.

Es fuerza, amada mia!

JULIETA.

Es fuerza, amada mia! Ah! sí, Romeo,
pudieran sorprenderte,
y tu sorpresa aquí fuera mi muerte;
que sin tí, sin tu amor, corazón mio,
para tu amada el mundo está vacío.
Vete, no tardes, vete!

ROMEO.

Vete, no tardes, vete! Mi Julieta,
mi porvenir, mi cielo, mi tesoro,
ánjel el de amor que adoro,
el Dios de los mortales me es testigo
que el alma dejo aquí.

JULIETA.

que el alma dejo aquí. También te llevas
mi Romeo, mi amado,
al irte tú, mi corazón contigo.

(Parte Romeo por la puerta misma por donde ha entrado.)





ESCENA VI[1].
JULIETA.

Vete, esposo mio,
vete, dulce amor!
Aumenten las sombras
su negro crespón,
aumente la brisa
su soplo veloz,
aumenten las flores
su arrullo de amor,
aumente el arroyo
su plácido son,
porque de tus pasos
no suene el rumor.
Feliz yo mil veces
si siempre cual hoy
tenerte pudiera,
mi esposo y señor!
sentir como late
tu fiel corazón,
mirarte en mis brazos
llamarme tu Dios,
mirarme en tus ojos,
muriendo de amor!
Huye, esposo mio,
que odio el mas atroz,
llena de enemigos
el sitio dó estoy.
No venda tus pasos
ni un leve rumor,
proteja tu marcha
la brisa veloz,
estiendan las sombras
su negro crespon…
Huye, esposo mio,
parte, dulce amor!

(Julieta se dirige á su aposento, pero se detiene repentinamente al oir un lejano choque de espadas.)

Justo cielo! qué es eso?… Dios piadoso!
fatal tormento el corazón me augura…
Cesó el rumor… cesó… mas oigo pasos…
Dios! oh mi Dios! me matará la angustia.
Romeo allí… le han muerto!… Dios eterno!…
Tú no querrás, Señor, abrir mi tumba!





ESCENA VII.
JULIETA, ROMEO en desorden y sin espada.
JULIETA.

Ah! no le han muerto, no! Gracias, Dios mio!

ROMEO (en la puerta y á sí mismo.)

Siempre ingrata conmigo la fortuna!

JULIETA.

Cielo santo! Romeo! di, qué es eso?
quién te conduce aquí?

  1. Tal vez desdiga esta escena de la entonacion trájica que pienso dar á mi composición, pero hija de un capricho, el mismo capricho me obliga á no variarla.