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EL DOS DE MAYO.

Tanta virtud y sacrificio tanto?
El trono que erigió vuestra bravura
Sobre huesos de héroes levantado,
Un rey ingrato de memoria impura
Con eterno baldon dejó manchado.
¡Ay! Para hollar la libertad sagrada,
El príncipe, borron de nuestra historia,
Llamó en su auxilio la francesa espada
Que segase el laurel de vuestra gloria.
Y vuestros hijos de la muerte huyeron
Y esa sagrada tumba abandonaron,
Hollarla ¡oh Dios! á los franceses vieron
Y hollarla á los franceses les dejaron.
Como la mar tempestuosa ruge,
La losa al choque de los cráneos duros,
Tronó y se alzó con indignado empuje
Del galo audaz bajo los piés impuros.
Y aun hoy hélos allí, que su semblante
Con hipócrita máscara cubrieron,
Y à Luis Felipe, en muestra suplicante,
Ambos brazos imbéciles tendieron.
La vil palabra ¡intervencion! gritaron,
Y del rey mercader la reclamaban;
De vuestros timbres sin honor mofaron,
Mientras en su impudor se encenegaban.
Hoy esa raza degradada, espuria,
Pobre nacion, que esclavizarte anhela,
Busca tambien por renovar tu injuria
De estranjeros monarcas la tutela.
Tumba vosotros sois de nuestra gloria,
De la antigua hidalguía,
Del castellano honor, que en la memoria,
Solo nos queda hoy dia.
Verted juntando las dolientes manos
Lágrimas ¡ay! que escalden la mejilla;
Mares de eterno llanto, castellanos,
No bastan á borrar vuestra mancilia.