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EL DOS DE MAYO.

Cayó el cetro español pedazos hecho;
Por precio vil á estraños nos vendian,
Desde el de Cárlos profanado lecho.
La corte del monarca disoluta,
Prosternada á las plantas de un privado,
Sobre el seno de impura prostituta,
Al trono de los reyes ensalzado.
Sobre coronas, tronos y tiaras
Su orgullo solo y su capricho ley;
Hordas de sangre y de conquista avaras,
Cada soldado un absoluto rey;
Fijo en España el ojo centellante,
El Pirene á salvar pronto el bridon,
Al rey de reyes, al audaz gigante
Ciegos ensalzan, siguen en monton.
Y vosotros ¿qué hicisteis entre tanto,
Los de espíritu flaco y alta cuna?
Derramar como hembras débil llanto
O adular bajamente á la fortuna.
Buscar tras la estranjera bayoneta
Seguro á vuestras vidas y muralla,
Y siervos viles à la plebe inquieta
Con baja lengua apellidar canalla.
¡Canalla! sí, vosotros los traidores,
Los que negais al entusiasmo ardiente
Su gloria, y nunca visteis los fulgores
Con que ilumina la inspirada frente!
¡Canalla! sí, los que, en la lid, alarde
Hicieron de su infame villanía,
Disfrazando su espíritu cobarde
Con la sana razon segura y fria!
¡Oh! La canalla, la canalla en tanto
Arrojó el grito de venganza y guerra,
Y arrebatada en su entusiasmo santo
Quebrantó las cadenas de la tierra.
Del cetro de sus reyes los pedazos
Del suelo ensangrentados recogia,