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colanza de bichos infernales ví á un hombre de esta villa.

Tegualda. Valedme dioses, que los sentidos me faltan. ¡Tulcomara. Tulcomara! ¡Corramos! Corramos, Gualebo, á socorrerle.

Tulcomara. Talcomara fué. Fué allí, donde me dijo, que así se llamaba, encomendándome, me fiera á la ciudad á avisar lo sucedido a Tegualda, hija esclarecida del ulmén. Creo que tú eres Tegaulda. A tí pues se dirige mi encargo.

Tegualda. Tegualda soy. Sí, Gualebo, soy la infeliz Tegualda. Compadécete de mí, y corramos á la ciudad, á buscar escalas y cordeles. Ven, ven, Gualebo, corramos á socorrer á Tulcomara. Corramos; magnánima será la recompensa del ulmén.

Tulcomara. Demasiado cansado estoy. Me es imposible seguirte desde luego.

Tegualda. Voime sola entonces.

Tulcomara. Pero si no sabes el sitio, adonde debes dirigirte.

Tegualda. Adelántate pues á mostrarme el camino.

Tulcomara. No puedo, no me lo permite el cansancio.

Tegualda. ¿No puedes dices? ¡Ay! que irá á ser muy tarde.—Será porque no quieres. No el cansancio es, quien te impide hacer el bien, sino tu mala voluntad, que husmeando estoy. Considera, que soy Tegualda, hija de Mareguano. No me apremies á llamar en mi favor á mi padre.

Tulcomara. Castigadme, martirizadme, amenazadme con matarme, mis labios no os satisfarán. Pero considera tú también, á que martirios está expuesto tu esposo entre sierpes entorchadoras y sabandijas ponzoñosas que con acicalados dientes roen paulatinamente—ya que pequeños son sus bocados—las carnes de Tulcomara.

Tegualda. ¡Calla! ¡Calla! ¡Av de mi! ¡Oh Pillán! ¿Ya cerraste tus oídos á las desgracias de Lauquén? ¿Es este hombre reflejo de tu amor trocado ya en la indiferencia con que nos amenazaste? ¿O pretendes hacer más intenso aún mi amor por Tulcomara, con hacerme afanosa su adquisición? ¿ó quieres quizá que no vuelva á verme en los brazos de mi esposo?

Tulcomara. Si eso quieres, no es menester el favor de los dioses. El cumplimiento de ese deseo está en tí. Concédeme un favor é incotinente te verás en los brazos de Tulcomara.

Tegualda. Pide, pide lo que quieras, y te lo concederé. Pide bienes, pide joyas, pide honores, pide todo lo que mío nombro, en rescate de mi bien, mi reposo, mi Tulcomara.

Tulcomara. Jura pues, que me concederás lo que te pida, para llevarte en seguida á los brazos de Tulcomara.