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diurno, y de noche las hachas encendidas por nuestros bondadosos dioses en las cumbres del Aconcagua, del Maipo, del Tinguiririca, Chillán, Antuco, Llaima, Lauquén, Quetrupillán y de todas las demas eminencias que por entre éstos hacía el cielo erguidas elevan sus testas empinadas, nuestros guías serán de consumo con las fogatas de nuestros hermanos en las cimas de los cerros desde Andacollo y el Manco hasta las serranías de Huiple y Chumpeco.

Epul. Si como tú, todos en Lauquén pensaran, yo desde luego tu consejo seguiría sin más titubeo.

Lauco. Tu voluntad es la de toda Lauquén.

Epulef. La amistad que me profesas, me la profesas en demasía. Yo no la merezco tan intensa. Tú me amas y unos pocos más por ventura, el pueblo todo no.

Lanco. ¡Oh, Epulef! Si posible fuera el haber tú perdido el amor del pueblo, podría ser tan sólo, porque tardas en llevarlo á la lid. Por de quiera que se hable de hazañas por emprender, á quien primero nombran, eres tú, es el guempin, es Epulef, toqui en cierne de Boroa.

Epulef. ¡Oh, Lanco! Indeciso me tienes aquí. No sé como secundar tu honroso valor. A Mareguano oigamos. Si el participa del plan por ti trazado, de muchos sacrificios se enorgullezca aún el ambicioso huinca, antes que domador de la bravura chilena él se llame. Nuestra antigua bonanza va siendo descurtada por el odio y la venganza; el sentido por lo bueno, lo justo y lo bello irá á ofuscarse entre los nuestros y el insidioso talionar y el prurito de despicarse, que el alma desfiguran, desbancarán el alegrarse de la vida; y decayendo así paulatinamente, se anonadará al fin el un tiempo tan alegre, honrado, afable y robusto linaje araucano. Mucho hemos perdido ya: bonanza, territorios, valientes compañeros, honor doméstico, pérdidas irreparables. No nos queda ya mucho que perder-Mas-¡qué digo! ¿No nos queda ya mucho? ¡Sí, somos ricos aún! La confianza en nuestros dioses, la fidelidad que el pueblo manifiesta para con sus gobernantes, el amor propio privativo del alma elevada y carácter meritorio, y la valentía de millares de chilenos nos han quedado. Y éstos serán que mostrando fiesta al enemigo valeroso pecho, batir nos enseñarán por los demás bienes que nos quedan.

Todos. ¡Así sea! ¡Así sea! Salgamos al combate! ¡Vamos la lid!