les muestra alguna cosa nueva que ellos no sepan explicarse, y que les hace sonreir y encoger el hombro como diciendo: «¿A mí con ésas? Los caballos van dentro», en vez de manifestar candorosameme su maravilla y, confesando que no lo entiende, procurar sin disimulo cómo entenderlo. Algo de eso que hace de nuestra sociedad culta una sociedad chismosa, que mira siempre lo que hace el vecino y si el vecino le mira; que convierte el ¿qué dirán? en norma constante de nuestra vida y de nuestras acciones exteriores. Algo de eso que hace que propendamos á rebajar y deprimir todas nuestras reputaciones, á ahogar todas nuestras glorias, á discutir, no cara á cara y cuerpo á cuerpo, combatiéndolas noblemente cuando yerren, nuestras celebridades científicas, literarias, artísticas, sino á socavar los cimientos de su pedestal con pullas y chistes y difamaciones pequeñas. Algo de eso, en fin, que hiela entre nosotros todos los entusiasmos, mata todas las embriagueces y nos circunda de una atmósfera malsana de mezquindades y raquitismos en la cual respira con dificultad cuanto tiende á crecer, á elevarse, á engrandecerse, á salirse de la oscura masa del vulgo.
Diciembre, 1888.