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LA VIDA

dres, los cuales le ingurgitan, con esfuerzos convulsivos, primero, un puré caseoso, segregado por el buche; más tarde, una papilla de granos ablandados por un principio de digestión. Así, pues, se nutre de alimentos desembuchados, propios para las debilidades de un estómago novicio. Casi de igual manera se cría el gusanillo del Onthophagus en sus principios. Para facilitarle los primeros bocados, la madre le prepara en su buche una nata ligera y fortaleciente.

A esta madre le es imposible transmitir la golosina de boca a boca, porque la construcción de otras celdas la retiene en otra parte. Además, y ésta es una circunstancia más grave, la postura se hace huevo por huevo, a intervalos muy espaciados, y el nacimiento es bastante tardío; si tuviera que criar la familia a la manera de las palomas, le faltaría tiempo. Así, pues, le es forzoso emplear otro método.

Desembucha la papilla infantil por toda la pared de la cámara a fin de que el recién nacido encuentre a su alrededor abundante comida, en la que el pan, alimento de la edad fuerte, está representado por la materia sin preparativos, tal como la produce la oveja, mientras la confitura, manjar de la edad débil, está representada por la misma materia delicadamente desmigajada previamente en el estómago de la madre. Pronto vamos a ver el gusanillo relamiéndose primero con la confitura, para atacar después valientemente el pan. Un rorro de los nuestros no procede de otra manera.

Hubiera deseado sorprender a la madre desembuchando y extendiendo su papilla. Pero no he podido conseguirlo. Las cosas ocurren en estrecho reducto en donde la mirada no tiene acceso cuan-