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LA VIDA

pacio libre, la cámara natal, en cuya pared deposita el huevo. Después viene la recolección de los víveres destinados al gusano, la cual se hace con delicadas precauciones. Antes, cuando el insecto edificaba, explotaba lo exterior de la masa pastosa sin tener en cuenta las manchas de tierra. Ahora penetra en el corazón de la misma plasta por una galería que parece hecha con sacabocados. Para probar un queso, el comerciante emplea una sonda cilíndrica hueca, que se hunde profundamente y se saca cargada de una muestra cogida en las capas centrales. El Onthophagus, cuando recoge para su gusano, obra como si estuviese dotado de semejante sonda.

Abre en la pieza explotada un agujero exactamente redondo; va derecho al centro, en el que la materia, no expuesta al contacto del aire, se conserva más sabrosa y blanda. Allí es donde únicamente coge las brazadas que almacenadas en la cueva a medida que se recogen, amasadas y apelmazadas en la forma requerida, llenan el saquito hasta la boca. En fin, un tapón del mismo mortero, cuyas paredes son mitad de arena y mitad de cemento estercoráceo, cierra rústicamente la celda, de manera que el examen del exterior no permite distinguir lo que es lo de delante y lo que es lo de atrás.

Para juzgar de la obra y de sus méritos hay que abrirla. Un vacío espacioso, de configuración oval, ocupa el extremo posterior. Es la cámara natal, de enorme amplitud con relación a su contenido —el huevo fijo en la pared—, una veces en el fondo de la habitación y otras lateralmente. El huevo es un cilindrito blanco, redondeado en las dos puntas y de un milímetro de longitud, inmediatamente después de la postura. Sin más