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VI


Los Onthophagus.

Después de las notabilidades de la gente pelotera, en el radio muy limitado de mis investigaciones, queda la plebe de los Onthophagus, de los que podría recoger una docena de especies alrededor de mi casa. ¿Qué nos enseñarán estos pequeños?

Más celosos aún que sus grandes colegas, son los primeros que acuden a la explotación de la plasta que deja el mulo al pasar. Vienen en tropel, permanecen allí mucho tiempo trabajando bajo la cubierta que les da sombra y frescura. Dad la vuelta con el pie a la boñiga y os sorprenderá la bulliciosa población, cuya presencia nada denota al exterior. Los mayores tienen apenas la amplitud de un guisante; pero los hay mucho más pequeños todavía, enanos, no menos afanosos que los otros en su labor, no menos ardientes en el desmenuzamiento de la inmundicia, cuya pronta desaparición reclama la higiene general.

En los trabajos de mayor interés no hay nada como los humildes concertando su debilidad para realizar un esfuerzo inmenso. Abultado por el número, lo cercano de la nada componen un total enorme.

Los minúsculos Onthophagus, que acuden a escuadrones a las primeras noticias del aconte-