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LA VIDA

favor del vértice que se afila y se alarga un poco. Un ovoide con el extremo delgado arriba ha substituído a la esfera primitiva. Bajo el mamelón, más o menos saliente, está la cámara natal con el huevo. Otras veinticuatro horas invierte todavía en este minucioso trabajo. Total, cuatro vueltas del cuadrante, y a veces más, para confeccionar la esfera, excavar una cubeta, depositar el huevo y cerrarlo con la transformación de la esfera en ovoide.


Bolita del Copris español. Sección para que se vean la cámara natal y el huevo.
El insecto vuelve a la hogaza empezada. Desprende de ella otro pedazo, que por las mismas manipulaciones se convierte en ovoide poblado por un huevo. El resto basta para un tercer ovoide, y muchas veces para el cuarto. Jamás he visto pasar de este número cuando la madre dispone de los únicos materiales que había almacenado en la madriguera.

Acabó el desove. Ahí tenemos la madre, en su reducto, casi lleno por las tres o cuatro cunas, colocadas una contra otra con el polo saliente arriba. ¿Qué hará ahora? Irse, sin duda, para rehacerse un poco de tan prolongado ayuno. Quien esto crea se equivoca, porque se queda; a pesar de que desde que está debajo de tierra no ha comido nada, se ha guardado mucho de tocar la torta que, dividida en partes iguales, será el alimento de la familia. El escrúpulo del Copris en lo