un manguito opaco? Muchas cosas y de las más interesantes. En primer lugar, que la hogaza grande no debe al mecanismo de rodadura su curvatura, siempre regular, a pesar de la forma variable. El examen de la madriguera natural me afirmaba ya que semejante masa no había podido ser rodada en una habitación cuya capacidad la llenaba casi toda, sin contar con que las fuerzas del insecto son impotentes para remover tan pesada carga.
Interrogado de cuando en cuando, el bocal nos repite la misma conclusión. Veo que la madre, izada en la pieza, palpa en diversos sitios, da golpecitos, iguala los puntos salientes, perfecciona la cosa; jamás la sorprendo en ademán de querer rodar el bloque. Es tan claro como la luz del día que la rodadura es en esta ocasión cosa enteramente desconocida.
La asiduidad y los pacientes cuidados de la amasadora me hacen suponer una demora de industria que estaba lejos de sospechar. ¿Por qué tantos retoques al bloque? ¿Por qué tan larga espera antes de emplearlo? Pasa una semana y más antes de que el insecto, que no cesa de comprimir y alisar, se decida a hacer aplicación de su montón.
Cuando el panadero ha malaxado su pasta en el grado apetecido, la reúne en un solo pedazo en un rincón de la artesa. En el seno del voluminoso bloque obra mejor el calor de la fermentación panaria. El Copris conoce este secreto de panadería. Engloba en una pieza única el conjunto de sus cosechas; amasa cuidadosamente el todo en un pan provisional, al que da tiempo de mejorarse mediante un trabajo íntimo que hace la pasta más sápida y le da un grado de consistencia favorable para ulteriores manipulaciones. En tanto se eje-