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LA VIDA

huevo sometido a la incubación de un sol tórrido, bajo algunas pulgadas de tierra; tal es el espacioso taller en donde la madre, en libertad de movimientos, ha amasado y elaborado en forma de pera el pan de la futura cría.

Este pan estercoráceo tiene su eje mayor tendido horizontalmente. Su forma y su volumen recuerdan exactamente las peritas de San Juan, que por su viva coloración, su aroma y su precocidad son el encanto de los chiquillos. El tamaño varía en estrechos límites. Las de mayores dimensiones dan 45 milímetros de longitud por 35 de anchura; las menores presentan 35 milímetros en un sentido y 28 en el otro.

Sin tener el pulimento del estuco, la superficie, de perfecta regularidad, está cuidadosamente alisada por una delgada película de tierra roja. El pan piriforme, blando al principio, como la arcilla plástica cuando está recién preparada, adquiere pronto, al secarse, una costra robusta que no cede ya a la presión de los dedos. La madera no es más dura. Esta corteza es la envoltura defensiva que aisla del mundo al recluso y le permite consumir sus vituallas en paz profunda. Pero si la desecación llega a la masa central, el peligro es entonces de extrema gravedad. Ya tendremos ocasión de insistir sobre las miserias del gusano expuesto al régimen de un pan demasiado sentado.

¿Qué masa trabaja la panadería del escarabajo? ¿Son sus proveedores el mulo y el caballo? De ninguna manera. No obstante, así lo creía yo, y cualquiera lo hubiera presumido al ver que el insecto saca con tanto celo su propia comida del granero abundante de una boñiga ordinaria. Con ésta elabora habitualmente la píldora