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DE LOS INSECTOS

zador de himenópteros. Las Scolias son muy pacíficas. Su dardo es utensilio de trabajo más que estilete de guerra; lo usan para paralizar la víctima destinada a su familia, y únicamente en casos extremos lo hacen servir para su propia defensa. Además, la falta de agilidad en sus movimientos permite casi siempre evitar el aguijón, y aun cuando picara, el dolor de la picadura es casi insignificante. Esta falta de aguda acritud en el veneno es un hecho casi constante en los himenópteros cazadores, cuya arma es una lanceta quirúrgica destinada a las más finas operaciones fisiológicas.

Entre las otras Scolias de mi región mencionaré la escolia de dos fajas o listas (Scolia bifasciata Vander Lind), de tamaño medio. Todos los años, en el mes de septiembre, la veo explotar los montones de mantillo de hojas muertas, dispuestos para ella en un rincón de mi cercado. Asistamos a su operación con todas las comodidades del que está en su casa.

Después del Cerceris conviene interrogar a otros que hacen uso de una presa desnuda vulnerable en todos los puntos salvo el cráneo, pero que no dan más que un solo lancetazo. Las Scolias cumplen una de estas dos condiciones con su caza reglamentaria, larva blanda de Cetonia, Oryctes o Anoxia, según la especie. ¿Cumplían la segunda? De entemano estaba yo convencido, por la anatomía de las víctimas, de sistema nervioso concentrado, de que el dardo no se desenvainaba más que una sola vez, y aun preveía el punto en que debía hundirse el arma.

Eran afirmaciones dictadas por el escalpelo del anatómico, sin la menor prueba directa de hechos observados. Las maniobras, ejecutadas bajo