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DE LOS INSECTOS
to de una picadura finísima que les inoculó una gotita invisible de veneno. Pero la química no posee veneno tan activo a dosis tan mínima; el ácido prúsico difícilmente produciría tales efectos, si es que puede producirlos. Así, pues, no es a la toxicología a la que debemos dirigirnos para conocer la causa de un anonadamiento tan fulminante, sino a la fisiología y a la anatomía. Para darse cuenta exacta de estos maravillosos hechos se ha de atender al órgano lesionado más que a la alta energía del veneno inoculado.
¿Qué hay, pues, en el punto en que penetra el dardo?