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LA VIDA

no seducido por las embriagueces primaverales, cuando tan bello sería ver nuevas tierras, banquetear con sus compañeros y molestar a las vecinas, él se aterra en el trabajo subterráneo y se extenúa para dejar una herencia a la familia. Cuando estira la pata por última vez, puede decirse: «He cumplido con mi deber, he trabajado.»