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LA VIDA

se ha marchado, abre un pozo y allí hunde la infección, en lo sucesivo inofensiva.

Los servicios prestados por estos enterradores son de alta importancia en la higiene del campo; y nosotros, principales interesados en este incesante trabajo de depuración, apenas concedemos una mirada desdeñosa a estos valientes. El lenguaje popular los abruma con denominaciones malsonantes. Es la regla, según parece: haz bien, y serás desconocido, de mala fama, lapidado, aplastado bajo el pie como lo atestiguan el sapo, el murciélago, el erizo, la lechuza y otros auxiliares que, para servirnos tan sólo, piden un poco de tolerancia.

Pues bien; entre nuestros defensores contra los peligros de la inmundicia extendida descaradamente a los rayos del sol, los más notables, en nuestros climas, son los Geotrupes; y no porque sean más celosos que los otros, sino porque su tamaño los capacita para labores más grandes. Además, cuando se trata de su simple refección, se dirigen con preferencia a los materiales que para nosotros son más temibles.

Cuatro Geotrupes explotan mi vecindad... Dos (Geotrupes mutator Marsh, y Geotrupes sylvaticus Panz.) son rarezas con las cuales no conviene contar para estudios seguidos; en cambio, los otros dos (Geotrupes stercorarius Lin. y Geotrupes hypocrita Schneid.) son más frecuentes. De color negro de tinta por encima, el uno y el otro están magníficamente vestidos por debajo. Sorprende semejante estuche en tales seres dedicados a limpiar letrinas. El Geotrupes stercorarius es en su cara inferior de espléndido color violado de amatista; el Geotrupes hypocrita prodiga en el mismo sitio las rutilancias de la pirita