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DE LOS INSECTOS

el cofre de los víveres será mucho más sólido. Entonces se obtienen calabazas desmesuradas, que exceden en volumen al huevo de la gallina, formadas por una corteza de un par de centímetros de espesor. Pero si la masa excede de las fuerzas del escultor, se manipula mal, y en su configuración conserva la torpeza de un trabajo demasiado difícil. Si la materia es rara, el insecto limita su recolección a lo estrictamente necesario, y entonces, más libre en sus movimientos, obtiene una calabaza de magnífica regularidad.

Probablemente amasa primero el barro en forma de bola, excavada después en amplia copa, de gruesas paredes, mediante la presión de las patas anteriores y la labor de la caperuza. De esta manera trabajan el Copris y el Scarabæus, disponiendo en la parte superior de su píldora redonda el gollete, donde ha de ponerse el huevo antes de la manipulación final del ovoide o de la pera.

En esta primera tarea, el Phaneus es simplemente alfarero. Toda clase de arcilla le basta, con tal que sea plástica, por poco impregnada que esté de los jugos del cadáver.

Hecho esto, se transforma en salchichero. Con sus cuchillas dentadas, corta y sierra algunos menudos jirones del animal podrido, arrancando, recortando lo que considera más conveniente para el festín de la larva. Reúne todos estos despojos y los amalgama con el barro escogido en los puntos en que la carroña abunda. Y todo, sabiamente amasado, se convierte en una bola obtenida en el sitio, sin rodadura, así como se prepara el globo de otros escarabajos peloteros. Añadamos que esta bola, ración calculada para las necesidades de la larva, es de volumen casi constante, sea cual fuere el tamaño de la calabaza final.