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LA VIDA

lentitud del nacimiento, detalle que me es desconocido. En su celda, también de arcilla, reposa el huevo en seguridad. Hasta aquí todo va muy bien. El Phaneus conoce perfectamente los secretos de la fortificación y el peligro de que los víveres se evaporen demasiado pronto. Quedan por examinar las exigencias respiratorias del germen.

También está bien inspirado el insecto para satisfacerlas. El cuello de la calabaza está horadado en el sentido del eje, mediante un canalillo por el que con dificultad entraría ni la paja más fina. Este canalículo se abre interiormente en el punto superior de la cúpula de la cámara de nacimiento y, exteriormente, en la punta del mamelón se ensancha un poco. Tal es la chimenea de aireación, protegida contra los intrusos por su extrema estrechez y por algunos granos de polvo que la obstruyen un poco sin taparla. Es sencillamente maravilloso, porque si semejante edificio es un resultado fortuito, hay que convenir en que la ciega casualidad está dotada de singular clarividencia.

¿Cómo se las arregla el insecto para llevar a feliz término tan delicada y compleja construcción? Explorando las pampas con los ojos de un intermediario, en esta cuestión no tengo más guía que la estructura de la obra, de la que, sin grande error, puede deducirse el método del obrero. Así, pues, concibo de la manera siguiente la marcha del trabajo.

Encuentra un cadáver pequeño, cuyas exudaciones han ablandado el barro subyacente. El insecto recoge más o menos barro de éste, según la riqueza del filón. No hay límites para ello. Si la materia plástica abunda, el colector la prodiga, y