Página:Jean-Henri Fabre - La vida de los insectos.djvu/104

Esta página ha sido corregida
94
LA VIDA

vida gastaba su exceso de joven savia en creaciones caprichosas, desterradas hoy de nuestro mundo, mejor ponderado? El Onthophagus, el representante empequeñecido de una raza antigua de individuos provistos de cuernos ahora en desuso, ¿nos da acaso débil imagen de lo pasado?

Tal sospecha no descansa en razón alguna valedera. El escarabajo pelotero es reciente en la cronología general de los seres; se clasifica entre los últimos aparecidos. Con él no hay medio de retroceder a las nubes de lo pasado, tan favorable a la invención de imaginarios precursores. Las capas geológicas, ni aun las lacustres, ricas en dípteros y gorgojos, no han dado hasta ahora la menor reliquia concerniente a los explotadores de la inmundicia. Por consiguiente, es prudente no invocar lejanos antepasados cornudos, del que el Onthophagus fuera un derivado por decadencia.

Y puesto que lo pasado no explica nada, volvámonos hacia lo venidero. Si el cuerno torácico no es una reminiscencia, puede ser una promesa. Representa un tímido ensayo, y los siglos lo endurecerán convirtiéndolo en armadura permanente. Ese cuerno nos permite presenciar la elaboración lentamente gradual de un órgano nuevo; nos muestra la vida trabajando una pieza que no existe todavía en el protórax del adulto, pero que algún día existirá. Hemos sorprendido la génesis de las especies; lo presente nos enseña cómo se prepara lo futuro.

¿Y qué quiere hacer de su obra en proyecto el insecto, dominado por la ambición de ponerse más tarde un chuzo en el espinazo? Por lo menos, como adorno de la coquetería masculina, la cosa está de moda en diversos escarabajos extranjeros que también se alimentan, ellos y sus larvas, de