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BELZU 97

el jeneral Agreda y el coronel Goitia, que la encabezaban, proclamaron al jeneral Santa Cruz, asilado entonces en Guayaquil, y lo llevaron al poder.

Belzu no tomó parte alguna, ni en pro, ni en contra de aquel movimiento: acantonado con su cuerpo en Laja, pueblo situado á seis leguas de la Paz, dejó correr los acontecimientos al grado de la casualidad, esperando, quizá imponerles, á una hora dada, el poderoso contrapeso desu influencia. Así, esa prescindencia fué luego sospechosa á los jefes que dirijian el nuevo órden de cosas. Atribuyéronla á miras de ambicion personal, y resolvieron deshacerse de él, ó al menos alejarlo del teatro político; pero temiéndolo mucho para atacarlo abiertamente, recurrieron á la traicion.

Una noche que, habiendo cedido su alojamiento á la señora del jeneral Vivanco, llegada allí de paso á la Paz, Belzu fué á pedir una cama en el del coronel Goitia, aprovecharon aquella ocasion, y mientras dormia, se arrojaron sobre él; ligaron sus manos, y custodiado por una fuerte escolta lo enviaron camino del Beni.

Pero no habia el prisionero llegado todavia á Samaipata, cuando una nueva revolucion ejecutada en el ejército por los partidarios del general Ballivian, lo restituyó á la libertad.

De regreso á incorporarse al ejército, encontró á T. 1 1