94 PANORAMAS DE LA VIDA
cuyos mutilados cuerpos rodaban á los precipicios que flanqueaban su camino.
De repente, y á la revuelta de un peñasco donde se habia empeñado una lucha cuerpo á cuerpo, una voz, dominando el tumulto de las armas, gritó en lo alto saliendo de las filas enemigas—
—A la derecha, bravo oficial!
Belzu instintivamente se inclinó hácia aquel lado.
En el mismo instante, un trozo de roca, empujado por la mano de un soldado chileno, cayó á su izquierda y se estrelló en tierra.
Poco despues Belzu bajaba de nuevo solo: toda su gente habia perecido, y él volvia en busca de otro refuerzo.
Esta vez Santa Cruz lo detuvo.
—Basta, bravo entre los bravos—le dijo con voz solemne. El deber está cumplido, el honor satisfecho. Salvemos á nuestros soldados.
En el desbando completo de aquella retirada, Belzu, merced á la influencia que comenzaba ya ú ejercer en el ánimo de estos, fué parte á mantener el órden, y reunir á los dispersos, con lo que se logró formar una division compuesta de dos batallones.
Los generales Otero y Pardo de Zela se pusieron á la cabeza de esta fuerza y marcharon al Sur en la intencion de reunirse á Santa Cruz.
Nada se opuso á su paso, hasta el punto de