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70 PANORAMAS DE LA VIDA

el brazo á la bella Alina, orgulloso de las miradas de admiracion y de envidia que encontraba al paso, creyóse casi curado del mal que roia su alma.

Apenas habia tenido tiempo de cambiar con los bellos ojos de Alina la última mirada, al partir el carruaje que llevaba álas dos amigas, cuando una mano vino á posarse familiarmente en su hombro.

—¿Qué es esto—exclamó Eduardo, uno de sus íntimos amigos, con gozosa admiracion—tú, en la tierra de los vivientes, misántropo del amor? ¿Qué milagro te devuelve á la sociedad, á tu bella prima, á tu carrera de conquistas?...... por que, no lo niegues, acabas de hacer una.

—¡Una conquista! ¿A qué das tú ese nombre?

—Al hecho de pasar toda una velada al lado de una mujer, monopolizando sus miradas; sus sonrisas, atravesar el largo trayecto del palco al estribo del carruaje llevándola tiernamente apoyada en vuestro brazo, mirando vuestros ojos en sus ojos, decirse adios en una cariñosa ojeada. . . .¡Bah! sino es eso una conquista. .... Pero ¿qué es lo que ha pasado allá bajo las encantadas arboledas de la Magdalena? 'Tú aquí! ¿Há entrado en aquella deliciosa casita el fuego ó la peste?

—Al contrario, como que ú esta hora se duerme allí tranquilamente.

—¡ Ah! ya sé ¡Una querella! Estás celoso de R.