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52 PANORAMAS LA DE VIDA

Una de las muchachas mas lindas de La Paz, la morena Rosa C. llamó la atencion del jóven tacneño, quesedió desde luego á cortejarla con su característica impetuosidad. Por desgracia, encontrábase allí el novio de la niña. Federico $., jóven altivo y quisquilloso en demasía. Ofendido por los obsequios que su amada parecia admitir con agrado; y no siéndole permitido enfadarse en una reunion de buen tono, recurrió al arma del ridídulo para vengarse de surival. Acercóse al piano, y acompañándose con un estrepitoso ritornello, cantó de pié el hinmo de Ingavi.

Quien recuerde el 18 de noviembre de 1841, comprenderá la indignación que ese canto encerraba para Carlos.

Federico $. no habia cantado dos estrofas, cnando sintió una mano que se posaba en su hombro.

—¿Sabia usted al cantar, que aqui se encuentra un peruano?

—Bah! y ¿por qué sino estoy cantando?

—Insolente! llamas á los peruanos cobardes? Aquí hay uno quete hará verlo contrario. Vén!

El ruido de la fiesta cubrió este diálogo, que pasó desapercibido para todos excepto para Rosa. La pobre jóven se arrepintió amargamente de su coqueteria; y olvidada de sí misma ante el peligro que por culpa suya corria su novio, siguió á aquellos