UN VIAJE ACIAGO 51
«Mi nido está en un jazmin:¿quién me lo
Al llegar ála Paz, habíame salido al encuentro un hermoso lebrel blanco, que se arrojó á mí, hízome mil caricias, y desde ese momento no se apartó de mi lado.
Pocos dias despues, una noche que fatigada de un largo paseo me habia acostado temprano, el lebrel que dormia á mis piés, se despertó aullando.
En el mismo instante la puerta se abrió con recato y un hombre se precipitó en el cuarto.
De pronto creí que era un ladron; pero luego reconocí en él á mi aturdido acompañante de Tacna, al poeta del soneto.
—Hé matado á un hombre!—me dijo al oido, por que yo no estaba sola: una jóven parienta me acompañaba.
—Y viene usted á buscar un asilo en Bolivia. Sea usted bien venido. Aquí nada tiene usted que temer
—Al contrario, lo temo todo de la policia, que me persigue y me espera á la puerta de esta casa, donde no se atreve á penetrar.
—Por Dios, esplíquese usted.
Supe entonces que el jóven poeta, llegado aquella tarde al oscurecer, encontró en la casa donde iba á alojarse una reunion festiva compuesta de jóvenes de
ambos sexos, que celebraban un cumpleañig— 25