48 PANORAMAS DE LA VIDA
vano lo llamó por su nombre y aun por otrosá que su estado lo hacia acreedor: aquella alma vagaba en los espacios del infinito.
¿Qué hacer? Fuerza me fué arrear á ese hombre con sus bestias, y sujetar mi impaciencia al grado de su cansancio.
Habia anochecido y nevaba, cugndo llegué al pueblo triste y ruinoso de M. No habia allí tambo, ni especie alguna de posada; yá pesar mio tuve que pedir hospitalidad en la casa parroquial. El cura me recibió con benévolo apresuramiento, y puso á mi disposicion los pocos recursos con que podia contar en aquel miserable lugar.
Era un clérigo jóven, profundamente instruido, animoso y de buena voluntad, que soportaba con plácida resignacion los rudos trabajos de su cargo, mucho mas penosos en aquella época, en que la epidemia asolaba su curato; cuando era necesario recorrer largas distancias al través de las heladas punas, desafiando la nieve y los vendavales para llevar á los moribundos los socorros del médico y del sacerdote.
En el momento que yo llegué ásu casa, regresaba él mismo de una choza aislada en los lejanos campos donde habia ido á auxiliar á una familia atacada del tifus, que pereció toda á sus ojos, salvándose únicamente un niño de tres años.