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FELIZA 393

—Para mí no hay en el universo sino una sola: ella! Su imágen está grabada en mí corazon tan profundamente, que solo la muerte podrá borrarla. Así, forzoso es que sea mia, ó que yó perezca,

—:¡Por piedad, señor! no hable usted así, que me llena de terror! Ah! porqué habréme yo prestado á servir el propósito imposible que usted se obstina en perseguir!

—Eres cobarde, y por tanto, desconfío de tí. ¿Qué sé yo si me engañas, en cuanto á los motivos de este repentino viaje?

—Ni mas, ni menos, he dicho á usted cuanto sé.

—Vamos á verlo! De hoy mas, he de atenerme á mi propia vijilancia.

Y se alejó, despues de haber echado una onza de oro en el bolsillo del delantal de Marieta.

—Y yó—exclamó ella—juro á Dios apartarme de esta vía culpable.

Y arrojó lejos de sí aquella moneda, precio de una infamia.

TI

La obsesion

La mañana del siguiente dia, á la hora que el sol asomaba sobre las aguas del Plata, tres jóvenes,