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392 PANORAMAS DE LA VIDA

quien tiene derecho á sublevarse contra el crímen, yo, sobre cuya cabeza pesan los de mi familia! .. Y bien, señor, aquí estoy para obedecer á usted, que nos salvó de la afrenta de un cadalso. Oíme llamar y he venido. ¿Qué ordena usted?

—¿Eres tú de la partida?

—La señora acaba de anunciarla á sus amigos: ninguna órden ha dado todavia á la servidumbre; mas no hay duda que yo como sirvienta de mano, habré de acompañarla.

—En ese caso ¿me prometes tener presente tus compromisos y enviarme diariamente noticias suyas ?

—Ofrezco á usted obedeverle.

—Nada omitas, te lo ruego. Si supieras qué placer acerbo, qué amarga delicia siento, siguiendo los detalles de su vida! qué piensa, que hace; á donde vá; qué vestido lleva; que flor adorna sus negros cabellos: todo esto ha llegado á ser el móvil único, el solo objeto de mi existencia.

La jóven mucama posó una mirada de conmiseracion en el hombre que así hablaba.

—Ah! señor—le dijo—¿ porqué encerrar la vida en el estrecho círculo de una pasion ? Yo en lugar de usted, habia de desecharla; y buscaria la felicidad en la fortuna, en la gloria .. . . en el amor mismo. Pues qué! ¿no es Buenos Aires el pais de las mujeres bellas ?